miércoles, 31 de enero de 2007

( 4 ) - El mito de la sucesión

El Mito de la Sucesión, formulado por Hesíodo en su Teogonía, establece el relevo de los tres sucesivos ocupantes del reino de los dioses: Urano, Crono y Zeus.

Urano, hijo de la gran madre común, Gea, unido a ésta, engendró en ella seis hijos a los que odiaba y ocultó en los abismos. Ante esto, Gea apeló a sus hijos y los incitó contra su padre, pero, los cinco mayores ( Océano, Creo, Crío, Iápeto y Hiperíon ), empavorecidos, nada responden, mientras que Crono, el menor, que a su vez será destronado por el más joven de sus hijos, le prometió ayuda. Así, su madre le entregó una hoz dentada que ella misma había fabricado y Crono, aprovechando el momento en que su padre Urano estaba extendido en amorosa unión sobre Gea, le cortó los órganos genitales y los arrojó al mar. Esta castración de Urano resultó fecunda, pues las gotas de sangre que manaron de la herida cayeron sobre Gea que, con el tiempo, engendró tres tipos de seres:

· Las Erinies o Furias: Diosas de aspecto horripilante, con los cabellos formados por serpientes y blandiendo en sus manos látigos también formados por serpientes. Sus nombres eran Alecto, Tisífona y Meguera, y eran las encargadas de castigar los delitos de sangre, en especial los parricidios.

· Los Gigantes: Seres intermedios entre los hombres y los dioses, próximos a los dioses por su fuerza pero mortales como los hombres, son protagonistas del pasaje mitológico de la Gigantomaquia en el que entablan lucha con los dioses.

· Las Ninfas Melias: Seres de muy escasa relevancia en la Mitología, identificadas como ninfas de los árboles o de los fresnos en particular.

De la castración de Urano se deriva un hecho mucho más importante que el nacimiento de los citados seres. En efecto, una vez que Crono hubo castrado a su padre Urano, aquel arrojó, como vimos, los genitales al mar, en el que vagaron flotando durante largo tiempo rodeados de una blanca espuma que brota de los miembros inmortales y de la que terminó por formarse una joven que sería la excelsa diosa del amor y de la belleza, Afrodita, la romana Venus [1].

Una vez que Urano fue mutilado por Crono, éste ocupó el poder supremo y se casó con su hermana Rea, de la que tuvo seis hijos: tres hembras (Hestia, Deméter y Hera) y tres varones (Hades, Posidón y Zeus). De manera similar a su padre en tanto al comportamiento con sus hijos, aunque con mayor dureza todavía, Crono los fue devorando conforme iban naciendo. Así sucedió con los cinco primeros pero, cuando está a punto de nacer el último, Zeus, su madre, Rea, por consejo de sus padres Urano y Gea, marchó a Licto, en Creta, para dar a luz. Nacido Zeus, su madre lo escondió en una cueva y dio de comer a Crono una piedra envuelta en pañales que esté creyó que era el recién nacido.

La infancia de Zeus discurrió en Creta, donde fue criado por la Ninfa Amaltea con leche de una cabra de la que uno de sus cuernos es el famoso “Cuerno de la Abundancia”. Una vez llegado a la edad adulta hizo que Crono vomitara a sus hermanos, que salieron del vientre de aquel junto con la piedra que había devorado creyendo que se trataba de su último hijo. Tras ello, Zeus colocó la piedra en la tierra de Pito, futura Delfos, en donde, como una reliquia, se enseñaba todavía en el siglo II d.C. según nos cuenta Pausanias. Ese es el origen del famoso omphalos pítico.

Para concluir este mito de la sucesión, tan escuetamente expuesto, tan sólo añadir que, tras todo ello, Zeus, inducido por Gea y ayudado por sus hermanos, por la Estige (de la que hablaremos más adelante) y por los hijos de ésta, emprendió una encarnizada lucha contra su padre Crono conocida con el nombre de la Titanomaquia, por estar Crono asistido en ella por alguno de los Titanes. La lucha, en cuyos detalles no entraremos, duró diez años y terminó por resolverse a favor de Zeus, quien se instaló en el trono de los dioses para ocuparlo ya de manera definitiva.


[1] En la genealogía homérica, distinta de la hesiodea, Afrodita nació de una concha.

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