miércoles, 31 de enero de 2007

( 9 ) - La Esfinge

La Esfinge, como sus hermanos los perros Orto y Cérbero, la Quimera y la Hidra de Lerna, era hija de Equidna y Tifoeo (Tifón) y uno de esos numerosísimos seres monstruosos de carácter maléfico que aparecen salpicados a lo largo de la Mitología Clásica, constituyendo, en la mayoría de los casos, el objeto de las hazañas de algún dios o de algún héroe. La Esfinge griega, a diferencia de la conocidísima esfinge egipcia, era un ser con cabeza y busto de mujer, cuerpo y patas de león y alas de pájaro.

Son varias las intervenciones de la Esfinge en la Mitología, aunque ninguna tan célebre como su participación en el mito de Edipo por ser aquella un elemento determinante en su desarrollo y desenlace. Muy sintetizado, el mito de Edipo se desarrolla de la siguiente manera: Layo, rey de Tebas, se casó con Yocasta, hermana de Creonte, pero un oráculo le advirtió que no debía tener descendencia, pues, de lo contrario, moriría a manos de su hijo. Al principio, Layo trató de observar las recomendaciones del oráculo pero terminó por infringirlo a causa de una borrachera. Como consecuencia de ese desliz nació Edipo, al que Layo abandonó en el monte Citerión de Beocia clavando sus pies al suelo a fin de que el recién nacido muriera de inanición y poder escapar así a las predicciones. Sin embargo, el niño fue recogido por unos pastores del rey Pólibo de Corinto que lo entregaron a la esposa de éste, Mérope, quien acogió al niño como si fuera suyo y convenció a su esposo de que Edipo era hijo de ambos, evitando, de paso y de esta manera, que Pólibo la repudiara por estéril ya que el matrimonio carecía de descendencia. Mérope curó los pies del niño y le puso el nombre de Edipo en recuerdo del estado en que se lo entregaron [1], y así fue creciendo en la corte de Corinto pasando por hijo de los reyes. Andando el tiempo, y siendo Edipo ya adulto, un conocido le echó en cara no ser hijo legítimo de aquellos, por lo que interrogó sobre este asunto a los que él creía como sus padres, pero éstos, indignados con la pregunta, no respondieron sin embargo a ella de un modo convincente, por lo que Edipo partió para Delfos con el fin de preguntar a Apolo acerca de la identidad de sus verdaderos padres.

Al mismo tiempo, cosas del destino, Layo, su verdadero padre, partió también desde Tebas hacia Delfos a fin de consultar al oráculo sobre la suerte que había corrido aquel hijo suyo al que había abandonado años atrás.

Una vez llegado a Delfos, Edipo recibió un oráculo absoluto que nada tenía que ver con la pregunta formulada, sino que en él se le indicaba que mataría a su padre y yacería con su madre. De esta manera, dado que el oráculo, pese a su pregunta en ese sentido, no hacía alusión alguna a la identidad distinta de sus verdaderos padres, Edipo entendió que éstos habrían de ser los que siempre había tenido como tales, es decir, Pólibo y Mérope, por lo que, con el fin de evitar que el oráculo se cumpliera, decidió no regresar a Corinto, en donde aquellos vivían, y dirigirse a Tebas. Sin embargo, en una encrucijada de la Fócide, padre e hijo, sin conocerse, se encontraron y, en una trifulca que tuvo lugar, Edipo mató a Layo, su verdadero padre. Por este motivo, Creonte, hermano de Yocasta, fue nombrado rey de Tebas en calidad de regente sustituyendo al difunto padre de Edipo.

La Esfinge, en el mito de Edipo, era una calamidad enviada por los dioses contra la ciudad de Tebas por un motivo que contado de manera fragmentaria no sería inteligible, por lo que lo obviaremos. De las Musas, había aprendido la Esfinge los enigmas y, así, estableciéndose en las inmediaciones de Tebas, proponía diariamente a los tebanos la solución de uno de estos enigmas so pena de ir devorando uno a uno a los habitantes de la ciudad en el caso de que cada uno de los acertijos planteados no fuera resuelto. Ante esta terrible desgracia que azotaba a la ciudad, Creonte, que como vimos había sustituido a Layo en el trono de Tebas, prometió, mediante un edicto, el trono y el matrimonio con su hermana Yocasta, viuda de Layo, a quien encontrara la solución a uno de aquellos enigmas que había planteado la Esfinge.

En esta angustiosa situación se encontraba Tebas cuando Edipo llegó a la ciudad, en donde consiguió dar con la solución de uno de los famosos acertijos que la Esfinge planteaba. Consistía éste en decir cual era el ser que a lo largo de su vida andaba sucesivamente a cuatro patas, a dos y a tres. La solución que dio Edipo, y que era la correcta según este célebre mito, es que ese ser buscado era el hombre, quien anda a gatas en la infancia, sobre sus dos piernas en la madurez y apoyándose en un bastón en la senectud. Al conocer la respuesta de Edipo, la Esfinge, desesperada, se arrojó desde lo alto de un precipicio dejando así de constituir una calamidad para Tebas. Por su parte, Edipo, tal y como prometía el edicto de Creonte, recibió el trono de Tebas y a Yocasta, su verdadera madre, por esposa, dando cumplimiento, de esta manera, a la segunda parte del oráculo que había vaticinado que mataría a su padre y yacería con su madre.

[1] Edipo, en griego, significa “pies hinchados”.

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