miércoles, 31 de enero de 2007

( 8 ) - Las Amazonas

Las Amazonas formaban un pueblo de mujeres solas, para lo cual mantenían puntualmente relaciones sexuales con hombres de los pueblos vecinos y criaban sólo a las hembras que engendraban, dejando morir a los varones. Habitantes, ya sea de la Quersoneso Táurica [1], ya de las orillas del río Termodonte [2], eran un pueblo belicoso de hábiles jinetes y arqueras, cuyo nombre, “Amazonas”, deriva de la síntesis de dos palabras, una persa, “amadsón”, y otra griega, “amastós”, que significan, ambas, “sin pecho”, pues, según se decía, con el fin de tener más soltura en el manejo del arco a lomos del caballo, se fajaban su pecho derecho dando la impresión de que carecían de él. Así, por extensión, hoy llamamos “amazona” a toda mujer que simplemente monta a caballo, sin que este vocablo haga ya referencia alguna (a pesar del interés y para decepción de muchosssssss) a las condiciones en las que se encuentran los pechos de la buena moza, que, en definitiva, constituyen la etimología de la palabra.

La presencia de las Amazonas en la Mitología es abundante. Uno de los doce trabajos que Heracles ha de realizar para Euristeo, concretamente el número nueve, consiste en conseguir para el rey el cinturón de Hipólita, reina de las Amazonas. La Amazona Pentesilea, hermana de la anterior, acudió en socorro de los troyanos en su guerra con los griegos y, tras varios prodigios de valor, murió a manos de Aquiles, quien, al ver la belleza de la Amazona, se enamoró de su cadáver y cometió necrofilia con él en el mismo lugar de su muerte. Por su parte, la Amazona Antíope, raptada y posteriormente casada con Teseo, trató de impedir por las armas la boda de éste con Fedra, hija de Minos y hermana de Ariadna.

Al margen de de la presencia de las Amazonas en la Mitología, existen ocasiones en las que parece pretenderse la presencia de las mismas en la Historia, si bien con un carácter fronterizo entre la historia y la leyenda. Tal es el caso de la famosa visita de Alejandro Magno a la reina de las Amazonas, Talestris, la cual deseaba tener descendencia del gran conquistador. Colectivamente, los griegos han creído en la existencia de este pueblo de mujeres guerreras, sin embargo, algunos historiadores ya habían dado muestras de su extrañeza al no haberlas visto nunca a pesar de haber visitado sus supuestos emplazamientos, de tal manera que a medida que estas zonas del Asia Menor fueron siendo mejor conocidas por las expediciones militares o comerciales de los griegos, hubo que ir desplazando progresivamente el supuesto emplazamiento de las mujeres guerreras a otras regiones más remotas. Sería Arriano el que en su Anábasis niegue por primera vez que la visita de Alejandro Magno a las Amazonas hubiera tenido lugar en la realidad. Sin embargo, el autor hubo de buscar alguna solución de compromiso que conciliara los hechos realmente acaecidos con la tradición que él conocía, pues ¿cómo negar la existencia de Pentesilea, muerta y amada nada menos que por Aquiles; o de Hipólita, cuyo cinturón hubo de llevar Heracles a Euristeo; o de la lucha de Teseo contra este pueblo de mujeres jinetes? Para ello, Arriano dice refiriéndose a este hecho: “Ni Aristóbulo ni Ptolomeo ni ningún historiador digno de crédito ha dejado escrito nada de este tema. Sin embargo, hay una tradición según la cual Heracles tuvo que allegarse hasta el país de las Amazonas y llevó a Grecia el ceñidor de Hipólita, su reina. Otra tradición dice que los atenienses, a las órdenes de Teseo, fueron los primeros en derrotarlas en una batalla. Pero mi idea es que, si Atropates [3] ofreció a Alejandro un contingente de mujeres a caballo, se trataría de mujeres de algún pueblo bárbaro, ejercitadas en la equitación y ataviadas según la antedicha usanza de las Amazonas” [4].



[1] La actual península de Crimea, situada en la ribera norte del Ponto Euxino ( Mar Negro ).
[2] Justo enfrente de la anterior, en la ribera sur del Ponto Euxino.
[3] Atropates era el sátrapa que, según esta leyenda, habría enviado a las Amazonas al encuentro de Alejandro.
[4] Nota del autor: Pese a la bibliografía consultada, no estoy en condiciones de demostrar la ascendencia gallega de Arriano, aunque en función de lo leído, ésta no pueda descartarse de manera definitiva.

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